El santuario de Nuestra Señora de Montserrat tiene su origen histórico en la ermita de Santa Maria que el conde Wifredo el Velloso donó al monasterio de Ripoll en el año 888. En 1025, Oliba, abad de Ripoll y obispo de Vic, fundó un nuevo monasterio en la ermita de Santa María de Montserrat. En poco tiempo, el pequeño cenobio recibió peregrinos y visitantes, que contribuyeron a dar a conocer entre la gente las narraciones de los milagros y prodigios que obró la Virgen. Desde que según la leyenda se encontró la imagen de la virgen en la Santa Cova, Montserrat ha estado vinculada con la espiritualidad. Además el monasterio la montaña tiene un número destacado de pequeñas iglesias y emitas, algunas abandonadas, como Santa Cecilia, Sant Benet, Sant Joan o Sant Jeroni.